Meg Conley explica a través de su historia por qué ella cree que las mujeres debiesen tener relaciones todos los días: “Se lo merecen”, afirma.
Me estaba haciendo una manicura la primera vez que escuché que no todas las mujeres quieren, ejem, darse un revolcón con sus maridos. Tenía 16 años y había escogido un esmalte de uñas color naranja. Llevaba un libro conmigo, pero no pasó mucho tiempo antes de que encontrara otra fuente de entretenimiento. Mientras mis uñas eran limadas, las dos mujeres junto a mí hablaban de lo mucho que sus maridos querían ‘hacerlo’ y de lo poco que ellas querían.
Para una chica que ni siquiera había tenido una cita, este era un mundo completamente nuevo.Sospechaba que la experiencia de estas dos mujeres era más realista que los artículos de la revista Cosmo, que leía a escondidas mientras me arreglaba el cabello en la peluquería. (¿DÓNDE se supone que debo poner mi mano? ¿Mientras estoy haciendo qué?) Así que, aunque mantuve mis ojos en el libro, escuché todo atentamente.
- “¿Por qué no entiende lo cansada que estoy al final del día? Como si después de que los niños por fin se duerman me quedara algo de energía para hacer algo más a parte de sentarme y ver la televisón”.
- “Para mí, ni siquiera es una cuestión de energía. Todavía estoy perdiendo el peso que gané con el bebé.No me siento sexy. Casi ni me puedo desvestir delante de un espejo, y mucho menos frente a él. Sinceramente, creo que es egoísta por su parte que espere que yo finja sentir cosas que no siento. “.
- “¿Egoísta? Esa es la palabra. Tal vez si él se hiciera cargo de los niños al llegar a casa o por lo menos hiciera la cena de vez en cuando yo estaría más interesada. Si tan sólo comprara la leche camino a casa desde el trabajo… No le estoy pidiendo mucho. Ahora que lo pienso, no creo que lo hayamos hecho en las últimas tres semanas“.
- “Sí. Nosotros llevamos dos.”
Esperen. Estas mujeres se habían casado… vivían con un hombre…. que dormía en sus camas. ¡Podían tener relaciones todo el tiempo! ¿Y no querían? No tenía ningún sentido. Era como rechazar un delicioso postre de crema sin calorías. (O al menos eso pensaba. En ese momento todo lo que sabía sobre el romance lo había sacado de las películas).
Qué triste. Qué desperdicio. Qué estúpido. ¡Cuando me case, voy a querer acostarme con mi marido siempre! Y nunca voy a decir que estoy demasiado cansada. Dios mío, es demasiado ridículo que ellas les exijan llegar a casa con la leche sólo para demostrar cuánto se preocupan. Mientras me aplicaban la capa final de esmalte en las uñas, juré que nunca sería como ellas. Mi vida sería diferente. Sería mejor. Nunca me sentiría demasiado gorda o demasiado cansada. Nunca.
Y entonces crecí.
Las relaciones íntimas, el conocimiento carnal, hacer el amor… era todo lo que a los 16 años me imaginaba, más un poco de nata encima. Y cuando Riley y yo nos casamos pasamos mucho, mucho, MUCHO tiempo en la cama. Después tuvimos un bebé y estaba tan cansada que hasta me dolían los huesos. Y por un tiempo sí me sentí gorda. Incluso después de perder todo el peso extra del embarazo las cosas se veían diferentes. Como una flor que fue cortada y se quedó sin sol. Seguía siendo encantadora, pero estaba un poco… marchitada. Me volví un poco distante. Empezamos a irnos a dormir sin hablar ni besarnos.
Entonces, un día, mientras lavaba los platos, me di cuenta de que llevábamos ocho días sin tocarnos. Ocho días era mucho tiempo para nosotros. Pero lo que más me molestó fue que no lo había extrañado. Y sabía que ése era un problema. Así que esa misma noche, después de acostar al bebé, miré a Riley con mi mejor cara de “ven aquí”. Sí, estaba cansada y me sentía tan deseable como la mujer que “alimentaba las aves” en la película Mary Poppins. Pero mientras secaba los platos, se me ocurrió que la Meg de 16 años debe haber entendido algo sobre el sexo que la Meg de veintitantos había olvidado. Y tal vez, sólo tal vez, eso que había olvidado era algo digno de recordar.
Sin más preámbulos aquí hay cinco razones por las que deberías tener relaciones con tu marido todas las noches:
1. Ser madre, una de las máximas expresiones de ser mujer, a menudo puede hacer sentir a una chica que ha sido despojada de su feminidad
Hay algo sobre estar cubierto de baba y atender a todas las necesidades de otro ser humano que hace que uno se sienta claramente parte de un género neutro. La mayoría de mis días los paso jugando con muñecas, limpiando comida de bebé en mi ropa, cambiando pañales, limpiando mocos de mi ropa, yendo al parque y limpiando cualquier cosa de mi ropa. Hay algo que te restaura cuando besas al chico que te gusta. Hay momentos, cuando estoy en los brazos de Riley, en los que me acuerdo de quién soy, incluso antes de notar que lo había olvidado. Sí, soy una cocinera, maestra y limpiadora de muchas cosas repugnantes. Pero también soy algo más, algo delicioso y completamente distinto a mi rol como mamá. ¡Soy una mujer! Y además soy bastante buena besando. Es muy agradable, encontrarte a ti mismo a través del contacto con otra persona.
2. Si quieres que tu marido actúe como un hombre, tienes que tratarlo como tal
No le pongas mala cara. No estoy intentado traer de vuelta los años 50, (aunque Dios sabe que una época en la que no existían los pantalones a la cadera estaría bien para mí). Las mujeres necesitan que se cumplan un montón de criterios para poder sentirse amadas. Los hombres son mucho más simples. Necesitan ser alimentados, sentirse apreciados, y necesitan tener relaciones. Eso es todo. En serio. Así que prepara o compra la cena de vez en cuando. Dale las gracias por las largas horas que pasó trabajando con un abrazo y una sonrisa cuando entre por la puerta todas las noches. (Mejor aún, sonríele mientras le pasas a los niños y sales un rato por un necesario descanso). Y, por el amor de Dios, deja que el pobre hombre te vea desnuda. Es asombroso lo que un buen hombre es capaz de hacer por una buena mujer que le ha hecho sentirse amado. Después de unas cuantas semanas de comidas y besuqueos, te vas a preguntar por qué no insististe antes en tener relaciones sexuales todas las noches. Esta sí que es una pequeña inversión con grandes ganancias.
3. Necesitas tener un momento en el día que se sea sólo para los dos
¿Te acuerdas de ese chico? ¿El que hizo saltar tu corazón y que te sudaran las manos? ¿El que te llamaba cuando ansiabas que lo hiciera, el que te elevaba hasta la estrellas? Él todavía está allí. Debajo de los años, de las cuentas y las preocupaciones, ese muchacho sonriente todavía está enamorado de su chica y necesita que ella le sonría de vuelta. Cada noche, después de que los niños se vayan a la cama, es una oportunidad para volver a encontrarlo. Un momento para recordarte a ti misma que estás viviendo una aventura y que no hay nada que ustedes dos no puedan hacer.
4. Alivia el estrés
No creo que esta razón necesite mucha explicación. Como madre, como estrés al desayuno. Así que me parece que no tengo mucha elección. Podría liberar mi estrés conduciendo en medio de la noche rompiendo los buzones de desconocidos o podría meterme a la cama con ese chico con el que una vez me casé. Elijo la segunda opción. (Hasta ahora los buzones de mi barrio están ilesos, por lo que la segunda opción debe estar funcionando).
5. Es demasiado divertido. En serio.
¿Por qué rechazamos tan rápido las cosas buenas de la vida? Sufrimos con la tarea de álgebra de nuestros hijos, practicamos Zumba en público y nos arrancamos pelo de nuestro cuerpo. Pero si le recomiendas a una chica que tenga relaciones todas las noches ella te mira como si estuvieras loca. ¿Todas las noches? ¿Qué parezco? ¿Una súper ninfomana?
¿Dónde está la lógica en eso?
Señoras, ¿se les ha ocurrido alguna vez que deberíamos tener relaciones porque lo merecemos?
Sí, se lo merecen.
Así que, esta noche, acuesten a los niños. Dejen los platos en el fregadero y los pisos sin barrer. Ellos pueden esperar. Tómense un momento para recordar que son la chica que esperaban ser. Y luego salgan a buscar a ese chico y recuérdenle que él es el hombre que sabían que podía llegar a ser.
Repite.
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