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sábado, 21 de enero de 2017

Más de la mitad de los primates del mundo está en peligro de extinción



Los primates no-humanos, nuestros parientes biológicos más cercanos, son un componente esencial de nuestra biodiversidad. Contribuyen a la regeneración de los bosques y a la salud de los ecosistemas. Según este estudio de la revista de divulgación científica Science Advances, actualmente se conocen 504 especies todavía existentes; distribuidas en el Neotrópico (la región tropical del continente americano), África, Madagascar y Asia. Lo alarmante de esto es que casi el 60% de estas especies están en peligro de extinción y el 75% presenta una disminución en su población.

La situación de la que hablamos es el resultado de la explotación de los hábitats de estos animales por parte del hombre, debido a que nuestras necesidades llegan a afectar sus vidas. Por ejemplo: la expansión de la agricultura industrial, la ganadería a gran escala, la tala de árboles, la perforación de la tierra para encontrar petróleo, la minería y todo lo que estas actividades conlleva.

A nivel global, la amenaza principal es la agricultura, pero después las razones por las que estas especies están en peligro varía de zona a zona. La caza y el tráfico legal y animal de los primates tampoco ayuda. El impacto del cambio climático, por su parte, está haciendo lo suyo: un análisis global reciente sugiere que muchos primates sufrirán cambios durante el siglo XXI, pues el Amazonas, el bosque atlántico de Brasil, Centroamérica –sí, esa parte del mundo que los mexicanos habitamos– y el este y sudeste de Asia son considerados importantes puntos de conflicto en este tema.

¿Por qué importa cuidar a los primates?
Más allá del simple hecho de que compartimos una historia evolutiva con ellos, muchos primates tienen papeles relevantes en la dinámica y la sustentabilidad de los ecosistemas. Su ecología alimenticia y distribución geográfica están relacionadas con la diversificación de los angiospermas, una fuente de comida importantísima para muchos animales y humanos. Gracias a la forma en la que se alimentan y posteriormente se mueven, los primates fomentan la regeneración de los bosques.

Por otro lado, gracias a que somos tan similares a muchos de estos primates no-humanos, podemos contar con ellos para saber más de nosotros en materia de vínculos sociales, conocimiento, resoluciones de conflictos, aprendizaje y memoria. O sea, son una mina de oro psicológica. Aunque en este sentido existe cierto debate respecto a la investigación médica que se practica con ellos, los primates han ayudado a nuestro entendimiento de enfermedades como el VIH, la la ateroesclerosis y las psicopatologías, sólo por mencionar algunas.

¿Cómo podemos ponernos al tiro antes de que sea demasiado tarde?
Algunas de las propuestas de Science Advances son: expandir las áreas protegidas para fomentar la conservación de estas especies. También podríamos echar mano de nuevas tecnologías –sin olvidar las tradicionales–para monitorear las poblaciones de primates que estén en mayor peligro. Es decir: que esos satélites y drones sirvan para algo. Por otro lado, urge mitigar el tráfico de estos animales.

No basta solamente con usar las redes sociales para intentar crear conciencia en este sentido. Hace falta activar todo un mecanismo de educación  para que la gente detenga estas prácticas. La agricultura seguirá siendo practicada, evidentemente, pero debemos buscar la manera de regresar a los ecosistemas todo lo que nos dan. La revista llama a esto: a reducir la huella que dejamos en los hábitats naturales de los primates. Sobre todo hace falta entender que cada animal que desaparece de nuestro planeta, nos acerca un poco más a nuestra propia extinción.







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