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jueves, 9 de octubre de 2014

Erotismo es despojarse de la ropa

El poeta, ensayista y novelista francés Georges Bataille (1897-1962) dijo que fue la obra de Michel Leiris, Le miroir de la tauro-machie, la que precedió su ensayo sobre el erotismo. Fue Leiris quien introdujo en él la idea del erotismo como experiencia vinculada a la vida, no como objeto de la ciencia, pues no puede ser estudiado por ésta debido a que es un asunto relacionado con la historia de las religiones y de las concepciones del hombre sobre su realidad sexual. El erotismo es objeto de la pasión, de una “contemplación poética”.

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Bataille encuentra una relación entre la muerte y la excitación sexual; habla de aprobar la vida incluso en la muerte. El erotismo es una búsqueda psicológica independiente de los fines reproductivos en los seres humanos, propia de estos, pues son los únicos que hacen de la actividad sexual, una actividad erótica. El francés intenta justificar esta relación en las ideas del Marqués de Sade sobre la activación o estimulación de los sentidos con el acto de quitar la vida a otro. La postura de Sade se involucra en el terreno de las fantasías, en los límites del goce y la cordura, y aunque, de acuerdo con Bataille, no existe una distancia importante entre el deseo humano y su relación con la muerte, califica de aberrante la práctica de este vínculo.

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Aunque exista una diferencia estricta entre la reproducción y el erotismo para su estudio como aspectos independientes (lo erótico responde al goce y la reproducción es el medio para un fin), Bataille señala que el sentido fundamental de la reproducción es la clave del erotismo. El ejercicio de la sexualidad permite el juego del erotismo entre dos seres discontinuos (el “abismo” entre una persona y otra que hace a una no ser de ningún modo la otra).
 Para Bataille, los hombres son seres discontinuos que se separan entre ellos, y cuyo único elemento de continuidad es la muerte; a pesar de que cada uno muera de manera aislada, todos se reencuentran en el proceso de la muerte. Para él las caras del erotismo existen por la necesidad del hombre de sustituir su aislamiento por una continuidad profunda. La reproducción promueve la discontinuidad del ser porque lo hace independiente de su procreador; el erotismo involucra el sentimiento de una “violencia elemental” que anima que el erotismo suceda. “El terreno del erotismo es el de la violencia”. La muerte es para los hombres un gesto de la violencia porque corta la discontinuidad a la que está condenado.

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El erotismo de los cuerpos que altera los sentidos es una manifestación sublime de la violencia. El juego erótico es alcanzar al ser en la intimidad hasta que suponga su desfallecimiento por pasar de un estado natural al deseo mismo. Esto supone un estado de disolución del ser, del hombre y la mujer, activo y pasivo, respectivamente, para disolver la estructura que cada uno es y puedan alcanzar el mismo punto de disolución mediante la integración de sus cuerpos, y cuya acción decisiva es despojarse de la ropa.

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La desnudez termina con la existencia discontinua al ser un momento de comunión entre el hombre y la mujer (o la pareja); permite la plena comunicación para lograr la continuidad del ser, ahora uno mismo por el contacto de sus cuerpos. La desnudez adquiere semejanza con la muerte por el estado de vulnerabilidad en el que deja a la persona frente al otro. La violencia aparece como el acto de sacrificio que sustituye el acto amoroso: el sumiso y el dominante, la víctima y el sacrificador; la consumación del acto supone un acto de destrucción porque se desvanece la continuidad que habían establecido.
El juego erótico se trata, en el tratado de Bataille, de la disolución de las formas establecidas que determinan el orden discontinuo de cada individuo. El erotismo que atañe al cuerpo tiene algo de siniestro por la pasión que antecede a la posesión. La pasión supone una violencia perturbadora que no es necesariamente física sino por la angustia de no alcanzar o perpetuar la continuidad idealizada.

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La posesión del ser amado, entonces, no equivale a la muerte, ésta aparece en la búsqueda de esta posesión. Si no se posee al ser amado se le desea la muerte antes que la pérdida. La pasión que despierta el otro conduce directamente al sufrimiento del ser por la búsqueda de un imposible.



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